La respuesta corta es sí, es posible. La realidad es que ante la posibilidad de una prolongación en la guerra comercial entre Estados Unidos y China —y si efectivamente estamos ante un proceso de desacoplamiento económico a gran escala—, México podría adoptar nuevas medidas arancelarias contra las importaciones provenientes de China.
De materializarse este escenario, habría dos razones fundamentales detrás de esa decisión: por un lado, el esfuerzo del gobierno mexicano por proteger a la industria nacional frente a la presión de productos chinos a precios reducidos; por otro, una estrategia de alineamiento geopolítico con Estados Unidos en el marco de su disputa comercial con China.
Proteger a la industria nacional
Si Estados Unidos y China no logran alcanzar un acuerdo para evitar o reducir significativamente los aranceles, la situación para la industria mexicana podría deteriorarse aún más. Al perder acceso al mercado estadounidense, China podría redirigir sus exportaciones a otras regiones —incluido México—, ofreciendo productos a precios incluso más bajos que los actuales.
En este contexto, la administración de la presidenta Claudia Sheinbaum podría reconsiderar la adopción de medidas defensivas, como aranceles adicionales, para proteger la producción local frente a una posible oleada de mercancías chinas.
Como en muchos países de Latinoamérica, la industria mexicana sufre al competir con las importaciones chinas. Sectores como el textil, el calzado, los plásticos, el aluminio y los juguetes, entre otros, han sido particularmente vulnerables.
El problema no radica únicamente en el volumen de estas importaciones, sino en la competencia desleal, incluidas prácticas de dumping. A esto se suma tanto el contrabando bronco —que evade completamente los controles aduanales— como el contrabando técnico—que se ampara en vacíos legales o subvaluación sistemática—.
Solo en 2024, el contrabando en México aumentó significativamente, causando pérdidas al fisco por más de 6 mil millones de pesos, lo que representa un incremento del 257.9% respecto a 2022. Según la Confederación de Cámaras Industriales (Concamin), en 2023 el 86% del total de las importaciones de la industria textil y vestido entraron al país en condiciones de presunta subvaluación (con precios por debajo del precio estimado). Para el caso del calzado, en 2023 el 40% del producto que entró al país lo hizo con precios por debajo del costo de su materia prima.
Ante esta realidad, toda acción es poca. Por ahora, el gobierno de México ha impuesto en el último año una serie de aranceles a productos importados desde países con los que no tiene tratado de libre comercio —incluida China—, además de aplicar medidas compensatorias dirigidas específicamente a ciertos productos chinos. Pero esto podría ser solo el comienzo de una serie de medidas proteccionistas.
Lo anterior cobra aún más sentido si se toma en cuenta que, en enero de 2025, la presidenta Sheinbaum presentó el "Plan México", una estrategia económica ambiciosa que busca posicionar al país entre las diez principales economías del mundo para el año 2030.
Uno de los ejes centrales del plan es la sustitución de importaciones, en particular de aquellas provenientes de China, con el fin de fortalecer la producción local y generar aproximadamente 1.5 millones de empleos en el sector manufacturero en los próximos cinco años. Así las cosas, las medidas arancelarias del gobierno se vuelven un paso clave para alcanzar esta meta.
Sin embargo, estas acciones podrían provocar un aumento de precios en productos de consumo cotidiano y en insumos industriales de origen chino, que hoy son fundamentales para cientos de empresas mexicanas.
Por ello, no sorprende que la presidenta haya instado al empresariado nacional a reducir su dependencia de proveedores chinos, promoviendo en su lugar el fortalecimiento de las cadenas de suministro nacionales y regionales en el continente americano. En esa misma línea estratégica se enmarca su convocatoria a una Cumbre por el Bienestar Económico de América Latina y el Caribe. Según la presidente, esto permitiría hacer realidad una mayor integración económica latinoamericana sobre la base de la prosperidad compartida y el respeto a las soberanías. Habrá que ver cuál es la acogida que tiene su propuesta entre los países de la región.
Alineamiento con Estados Unidos
La segunda razón por la cual podríamos ver nuevos aranceles de México a China está directamente relacionada con las negociaciones en curso entre México y Estados Unidos, particularmente en el contexto de la revisión del T-MEC, prevista para el próximo año.
Esta postura también responde a los esfuerzos del gobierno mexicano por lograr que la administración Trump suspenda los aranceles aplicados a las exportaciones mexicanas de acero y aluminio, que están en el 25%.
Ya en febrero de este año, y ante la amenaza de que Estados Unidos impusiera aranceles del 25% a todos los productos mexicanos, el equipo de la presidenta Sheinbaum evaluó la posibilidad de aplicar aranceles a importaciones provenientes de China. Esa opción continúa sobre la mesa en el contexto actual de diálogo bilateral con Washington.
Hasta ahora, México había logrado mantener un delicado equilibrio entre su estrecha relación con Estados Unidos y su creciente vínculo económico con China. La estrategia ha consistido en evitar cualquier cooperación con China que pudiera comprometer los intereses de seguridad nacional de Estados Unidos.
Sin embargo, ante la intensificación del conflicto entre Washington y Pekín, es probable que esta lógica se extienda a nuevas áreas consideradas sensibles por la política estadounidense. En ese contexto, México podría enfrentar presiones para adoptar una postura más clara y definida frente a China. En este proceso de desacople económico, la alineación de México es clave para asegurar sus intereses personales.
Pase lo que pase, la prioridad de México seguirá siendo preservar —y, en la medida de lo posible, fortalecer— la relación estratégica que mantiene con Estados Unidos y Canadá en el marco del T-MEC. En ese sentido, los países de América del Norte podrían aprovechar el contexto actual para impulsar una mayor integración regional. Pero ese será el tema que desarrollaré en la próxima entrega.